Verá usted, yo ya le escribí a otros, ya dibujé paisajes donde solo había cuerpos, ya inventé precipicios de bordillos, y resumí el océano de unos ojos infinitos en la gota que colmó el vaso.
Y verá usted, caballero, yo ya abrí heridas y saqué el dedo de la llaga, ya curé cicatrices con melodías de piano inacabadas, y barrí todas las huellas de las playas.
He recorrido un mundo en una vuelta de cintura y he soñado costado contra costado.
He fingido amor cuando solo escribía, y he disfrazado amor con tinta.
He roto tinteros contra espejos que no reflejaban lo que quería y me he reflejado en ojos, que verá, señor, usted jamás vería.
Me arranqué la piel a tiras y me encadené a recuerdos inmutables haciendo huelga de memorias perdidas.
Ya resucité sin haber muerto y perdí la vida en el intento, ya rocé el infierno con mi pelo al vuelo
y descubrí que el cielo no es lo que debiera ser, que es solo viento vacío que alguna musa coloreó de mi color favorito.
Ya descubrí sentidos, el sexo y el sexto, descubrí América en un ombligo y bombillas en sus ideas revolucionarias de poetas sin tregua.
Ya pagué peajes en autopistas infernales por ir con poca prisa por vivir, y asesinar al tiempo con alevosía
y ensañamiento, con la premeditación de arañar con milímetros a besos la carretera y los peros
que me separaban de el.
Borré las absurdas constelaciones que otros habían unido y tracé un mapa de invierno. Restablecí las coordenadas, cambié norte por verbo, sur por sujeto, oeste por adverbios y al este los acentos,
puse en el centro los espacios en blanco, y a mis errores los llamé faltas de ortografía, cambié por círculos las esquinas, y cometí la locura de mirar al cielo mientras algún mortal pasaba por el suelo.
Yo es que ya fui guerrera comprometida,
y ahora no quiero ser promesa,
ni premisa,
no quiero ser la lógica de un suceso,
ni hacer que suceda.
Verá, yo es que ya solo quiero ser YO.
Feliz poetisa del buen vivir.