24 mayo 2015

El secreto

En cada mujer vive un secreto. Algo tan grande como su mundo. Tan íntimo como sus senos. Tan valioso como su vientre o el tiempo.
Y algunas llevan ese secreto aferrado al pecho; y se visten de él como capa o coraza, como sonrisa, como tristeza o melancolía.
Y si te fijas bien, si le prestas atención, puedes ver su secreto viviendo en las pausas de sus ojos. En el idioma en que sus manos hablan con el aire. En la rebeldía en que su pelo desafía al viento.
Y ese secreto está forjado de lo que hicieron, lo que quisieron, lo que amaron, lo que fue, lo que nunca fue, y por sobre todo lo perdido.
Y en la inmensidad de ese secreto, vive, convive y sobrevive una mujer. Esa que afronta la lluvia, la que arremete contra el viento, la que defiende, la que atesora, la madre que habita en todas.
En cada mujer vive un secreto, algo que emana en su luz, algo que anida en su sombra, algo que muere en palabras, más allá de su boca.

16 mayo 2015

El simple placer de ofrecer

Siempre digo que el amor romántico es un amor dulce sin medida, empalagoso, loco, ciego y representado por el enamoramiento, pero en realidad el amor no es eso, solo es una parte del mismo porque en el mundo hay muchas cosas dulces, pero luego tenemos la mermelada de naranja amarga...

 Y es en la mermelada de naranja amarga donde encontramos la justa medida de dulzor y amargor, siendo así como descubrimos un amor maduro, real, incierto... o dicho de otro modo, un amor en el que se debe asumir que al igual que una flor, podrá marchitarse y al igual que todo lo que existe en el mundo será "impermanente", un día u otro acabará. 
Aceptar esa realidad nos libera de un romanticismo esclavo y nos permite ver la realidad más cruda que implica una sola verdad: hay que vivir el momento mientras este ciclo de amor dure... porque mañana sea por el motivo que sea, quizá no exista para disfrutar de él. 
El romanticismo implica "querer"... que me den satisfacción, porque elevamos e idealizamos tanto el propio amor que creemos que no tendrá fin... lo anhelamos de forma continuada. En cambio, el amor maduro implica asumir la realidad de que el amor, un día u otro puede acabar... y eso nos libera dándonos la oportunidad de "amar" que implica dar al otro por el simple placer de ofrecer lo que llevamos dentro...
Cuando hablo de amor real y maduro, hablo de "crear nuevas emociones y sensaciones para la persona amada, pero no solo para que las disfrute, sino también para que si es necesario, las transite y en algunos casos incluso puedan doler.'' 
Como humanos imperfectos es esa la realidad que nos condiciona, por más que amemos, haremos daño sin intención, como cuando nos damos una martillazo en la mano que aguanta el clavo... pero eso nos enseña a crecer, juntos.
Y es que el amor romántico, no lo es todo en una relación de amor y no siempre puede ser maduro, pero el amor maduro sí puede ser romántico, porque a este tipo de amor, solo los amantes, aquellos que dan amor y aman, pueden sobrevivir...
Es poder decir: "Gritame fuerte, muy fuerte todos tus defectos... te voy a querer a pesar de ellos, a pesar de ti, porque no somos perfectos."