A veces me siento lo suficientemente fuerte como para coger
las riendas de mi creatividad y ponerme a escribir.
Me levanto del sofá. Corro
por el pasillo antes de perder la fuerza y mientras tanto pienso en lo
magnífica que va a ser mi obra, el reconocimiento y prestigio que va a tener y,
en definitiva, lo bueno que va a ser el escrito que en breve haré.
Busco un
papel en blanco y un boli con la desesperación del drogodependiente que busca
su droga. Sufro mi particular síndrome de abstinencia. Encuentro el maldito
papel y el maldito boli. Corro de nuevo por el pasillo hasta la mesa del salón.
Esta vez con la sensación de que he tardado demasiado en cogerlo y de
que la chispa de creatividad se ha esfumado, como se resbala el agua entre las
palmas de las manos, la misma sensación del músico sordo que se dispone a
interpretar una melodía que sabe que nunca sabrá como suena.
Me siento. Me
acomodo crujiendo todos los dedos de mis manos uno a uno, como advirtiéndoles de
que de ellos dependo.
Coloco el folio ante mi y cojo el bolígrafo. Un segundo,
dos segundos, tres segundos....ninguna idea....diez segundos....nada. Decido
que necesito un cigarro. Me levanto y me dirijo a mi bolso colgado en la silla. Vuelvo
a la mesa. Me siento, enciendo el cigarro y le doy una
profunda calada. La bocanada de humo es inmensa y el hilo de humo que sale del
cigarro hipnotiza, mientras la página sigue en blanco.
En la segunda
calada al cigarro miro hacia abajo; y al ver el folio me doy cuenta de que me
estoy enfrentando a un mundo, mejor dicho, a muchos mundos, o mejor dicho a
todos los mundos posibles en mi mente... no es una hoja en blanco, soy yo misma la que está ahí indecisa como siempre. Hay infinitas palabras esperando a ser
entrelazadas para formar las trenzas que yo quiera que formen, simplemente no
se muestran porque no las cojo.
Me doy cuenta de que siempre me he dedicado a
pensar en los mejores cestos de mimbre en vez de encontrar los hilachos de
mimbre mas pequeños para ir tejiendo poco a poco.
Apago el cigarro. Cojo otra
vez el bolígrafo y escribo la primera palabra... mi página ya no está en blanco.
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